sábado, 29 de septiembre de 2007

Me encantan los folletos de Ikea.
Cuando abro el buzón y me encuentro alguno, es como si me hubieran mandado un cheque en blanco a mi nombre. Me sé cada revista de memoria. Pregúntame en qué página está el estante zapatero LEKSVIK para 8 pares de zapatos, que te recito toda la página de carrerilla... Si es que son como medio míos.
Cada vez que llega septiembre y mandan el nuevo catálogo, me da muchísima pena deshacerme del antiguo; así que se me acumulan en el revistero ALLAMALA (comprado en Ikea, por supuesto)...
Por cierto, este año tengo tres... uno que me han dejado en el buzón, y otros dos que he mangado... en dos casas en las que había dos, y para tener dos alguna de por aquí, pues los tengo yo... o tres...
Lo que más me gusta, es la parte dedicada a las cocinas. Ummmmmmmmm...
Me encantan esas cocinas perfectamente ordenadas, con su cajón para cada cosa y cada cosa en su cajón. Como si nadie cocinara ni comiera en ellas. Todo brillante. Las campanas extractoras como espejos de baño de hotel. Yo quiero una cocina como las del Ikea.
Pero tengo un pequeño problema: cada vez que mis padres nos visitan, suelen traernos un jamón comprado por el camino y varios chorizos gallegos enviados por mis tías. Así que acaba el jamón en el jamonero encima de la mesa de la cocina y los chorizos colgados de un gancho debajo de uno de los muebles...aparte de la bota de vino...
Y eso no lo he visto en ninguna cocina de Ikea.
Pues que le den por culo a Ikea, que yo mis chorizos y mi jamón no lo cambio por nada. Ni por una de sus cocinas.